Domingo 26 de Marzo de 2023

INFORME

13 de octubre de 2022

El arte de las formas breves: teatro comprimido en dosis pequeñas

El fenómeno Microteatro no para de crecer. Dónde nace este concepto y cómo llega a Rosario. Revista Atenea conversó con el gestor artístico Federico Fernández Moreno, quien impulsa esta propuesta en el Teatro Odiseo (San Lorenzo 1329). El dramaturgo Sebastián Villar Rojas explica cómo se resuelve una trama teatral adaptada al género del “teatro breve”.

Se abre una puerta, se cierra otra. Un grupo de personas sube por una escalera, mientras otro contingente baja. Desde adentro de habitaciones, que se distribuyen a los costados de un pasillo largo, oscuro y angosto, se escuchan gritos, lamentos, susurros. En el bar del primer piso hay un bullicio constante de gente que aguarda su turno mientras bebe gin tonic, cerveza y vino tinto. Un tablero electrónico ubicado en una pared anuncia el horario de las próximas funciones como la partida de trenes. Suena la campana, se acerca una mujer que vocea la obra. Pica los boletos y 15 personas la siguen por el misterioso pasillo de las habitaciones. Detrás de cada una se abre un mundo distinto: una obra de 15 minutos en un espacio de 15 metros cuadrados para 15 espectadores. 15 por 15 por 15, es la ecuación que presenta Microteatro. Una fórmula exitosa que ha dado renovados bríos al teatro independiente local.

Federico Fernández Moreno es gestor y productor cultural. Y también herrero, plomero, carpintero, electricista, técnico, operador y fotógrafo. Lo que se dice un hacedor. En el año 2013 en un viaje por España descubrió una nueva manera de hacer teatro. Cuatro años antes, en un caserón abandonado en las afueras de Madrid, donde había funcionado un burdel que estaba a punto de demolerse, un grupo de directores, guionistas y actores, comandados por Miguel Alcantud, montaron un novedoso proyecto teatral. Tomaron sus 10 habitaciones, los 2 baños y la cocina y crearon 13 obras de 10 minutos de duración inspiradas en la prostitución como un eco hamletiano del lugar. “Por dinero” fue el eje temático que abordaron las funciones experimentales. Al poco tiempo, la propuesta se convirtió en un suceso. Colas de más de 200 personas se agolpaban para ver las micro obras. Y Fernández Moreno andaba por allí. Por aquel entonces, coordinaba el Centro Cultural La Nave y, al regresar a Rosario, comenzó a cranear este nuevo formato teatral que era furor del under madrileño.

“En el 2014 estaba trabajando en el teatro La Nave. Comencé con el ciclo de obras breves Historias Mínimas que el año pasado tuvo su séptima edición. Pero luego de conocer Microteatro en Madrid, toda mi vida como gestor cultural y productor estuvo enfocada en esa dirección”, revela Fernández Moreno. Y entonces aceleró la marcha para poner en funcionamiento la maquinaria de las pequeñas obras.

A principios del 2020 la pandemia del Covid fue un golpe duro e inesperado que detuvo el mundo. Pero no a él. “En el año 2017 junto a mi compañera Natalia Operto pudimos alquilar el Teatro Odiseo que ya contaba con las características para ser convertido en Microteatro que era el rumbo hacia el cual íbamos. Nos llevó 9 años poder concretarlo y fue gracias a la pandemia. Alquilamos el espacio y armé todas las salas al igual que el bar. Tengo conocimiento del manejo de herramientas: soy herrero, plomero, carpintero, electricista, técnico, operador, productor, hasta fotógrafo a veces. Entonces fui aplicando todo este conocimiento en la creación y adecuación de las salas. El teatro, que está en el primer piso, tiene dos salas, una para 40 y otra para 50 espectadores. Y en el segundo piso están las 5 salas de Microteatro. En el 2019 teníamos 30 talleres de teatro funcionando, 120 funciones en la Nave y 120 funciones en Odiseo. La Nave queda a 30 metros del Odiseo. Estábamos con una movida muy intensa que no nos permitía desarrollar el proyecto Microteatro. Fue la pandemia, en el año 2020, que nos obligó a cerrar, cuando decidimos convertirnos. Darle un lugar a este proyecto. La verdad que salir fortalecidos de una crisis económica, sanitaria y cultural era todo un desafío. Tuvimos la sala prácticamente cerrada durante 2 años. Yo no dejé de ir ningún día. Tenía permiso para circular e iba a trabajar y proyectar este nuevo sueño. Este antiguo sueño que era momento de hacerlo realidad”, relata el fundador del emprendimiento instalado en el microcentro rosarino.

Sueño cumplido

Una vez obtenido el lugar y terminadas las remodelaciones, quedaba por delante lograr la licencia. Microteatro es una marca nacida al calor del teatro independiente madrileño que se ha exportado al mundo. Para su uso se necesitó de negociaciones, permisos, convenios. “La gestión para lograr la licencia de uso la iniciamos en el 2020. Empezamos el contacto con Madrid donde está su creador, Miguel Alcantud, y la sede central del Microteatro. Fue todo virtual. Conversaciones, acuerdos, contratos, planos. Me fueron orientando y capacitando a la distancia, que era la manera que teníamos para hacerlo. Y estamos muy orgullosos de lo que logramos”, cuenta Fernández Moreno.

Actualmente hay quince microteatros distribuidos en España y América (México, Perú, Costa Rica, Argentina y Estados Unidos). En nuestro país, además de Rosario, se han abierto salas en Buenos Aires, Córdoba, Quilmes y Mar del Plata.

En la ciudad, Microteatro Rosario debutó en marzo de este año con la presentación de diez obras bajo el signo temático “Por dinero” tal como su alter ego español. La programación, como la tematización, varía mensualmente. En los meses sucesivos la representación de las obras ha respondido a diversas tramas en torno a los tópicos “Por amor”, “Por la mentira”, “Por los secretos”, “Por la traición”, entre algunos de los temas que desfilaron por la cartelera.

La convocatoria es abierta y los textos son seleccionados tras una instancia de evaluación. “El proceso de selección –comenta el productor- se lleva a cabo a través de convocatorias abiertas, los elencos exponen los proyectos, donde presentan la obra, actor, director, sinopsis y ficha técnica. Analizamos entre varios las obras, así podemos decidir qué proyecto seleccionar para cada mes. Por ejemplo, ahora está abierta la convocatoria para diciembre que es “Por la familia”, porque creemos que es un mes para replantearse los vínculos familiares. Veníamos con temáticas muy duras, “Por la traición”, “Por la mentira”. Y ahora este mes de octubre tenemos en cartelera “Por la risa” para alivianar un poco. Necesitamos reír”.

Cada uno de las piezas seleccionadas se ofrecen al público de jueves a sábado en dos sesiones con pasadas de hasta 3 veces, regularidad que hace enriquecer las obras. La paleta de colores es bien diversa y atractiva. Las diferentes propuestas se reparten en dos tandas que se denominan sesiones: la Sesión Central comienza a partir de las 21.15 horas y la Golfa después de las 22.45. El espectador puede escoger libremente su hoja de ruta y emprender una experiencia escénica íntima y diferente.

“Microteatro es un proyecto que combina lo gastronómico y lo cultural. Tenemos teatro y bar. Podés mirar una obra, bajás, comés, te ves otra. En eso consiste la dinámica. Nosotros llamamos experiencia Microteatro. Cartelera muy variada, rica, adaptable a los gustos de las personas. Desde drama clásico, laburos experimentales, contenido erótico y también mucho humor. Salir un poco del teatro convencional. Acá son obras de 15 minutos con mucha fuerza y potencia, es un teatro para disfrutar y te parte la cabeza. En 15 minutos tenes concentrado todo lo beneficioso y rico del teatro independiente”, concluye Fernandez Moreno, el promotor de un género teatral innovador que pisa fuerte en la ciudad.

Desafío creativo

¿Cómo se puede contar una historia en 15 minutos? Es la clave de bóveda de este novedoso concepto dramatúrgico. No es menor el desafío para lxs dramaturgxs, quienes deben resolver la conocida tríada de la estructura dramática (introducción-nudo-desenlace) en los 15 minutos que dura la obra. Una verdadera carrera contra reloj que exige precisión y eficacia. Sebastián Villar Rojas es un joven dramaturgo, director teatral y docente incansable que ha cruzado airosamente todas las fronteras del género. Con la irrupción de la pandemia y el cierre de las salas, lanzó tres obras a través de zoom (“Un problema de distancia” y “Yuta padre”, ambas en 2020 y “Oveja negra”, 2021) que tuvieron una rápida aceptación del público y críticas elogiosas. Coordina un taller de dramaturgia breve y en lo que va del año presentó 8 obras en el ciclo de microteatro en el Teatro Odiseo: “Tres hemanxs”, “Agusplis”, “El traficante de sueños”, “¡No me tengan!”, “La niño santo”, “Pijama Party”, “El vendedor italiano que no era y entró a mi casa mientras cocinaba” y “Crash”. Este mes de octubre, cuya temática es “Por la risa”, estrenó “El reidor” con actuaciones de Mario Vidoletti y Luciano Matricardi. Y para noviembre, cuyo lema será “Por el poder”, proyecta una obra con el título “Copos de azúcar”. El reto de contar una historia en 15 minutos es justamente el leitmotiv de su taller.

Para explicar la escritura de textos teatrales breves, Villar Rojas recurre a la literatura y al cultivo del bonsái: “Borges estaría feliz con el microteatro porque él no entendía por qué la gente escribe tanto cuando un cuento se puede contar en pocas páginas. Y muchos de los grandes cuentos de la literatura universal y argentina son mucho más cortos de lo que uno recuerda. Por ejemplo, el cuento “Casa Tomada” de Cortázar: tiene tan solo tres páginas. Es una cuestión de escala, de intensidad y dominar los mecanismos narrativos del cuento. Porque el microteatro es lo que en la literatura sería el cuento. Una obra larga es la novela, microteatro es el cuento. Las formas breves son una relojería y no te podés equivocar. No hay nada más terrible que ser cuentista dentro de la literatura. Contrariamente, el novelista escribe y no pasa nada. Total, el lector se aburre, cierra el libro y lo vuelve abrir otro día. En cambio, en el cuento si el lector se va a la mitad del cuento ya no funcionó. El cuento tiene que atrapar desde el comienzo. Es mucha práctica y generar escalas. Como la técnica botánica del bonsái, donde no es cuestión simplemente de talar una parte del árbol, recortarlo y presentarlo. En el bonsái tiene que estar todo el árbol. En el microteatro es lo mismo: la obra compone un todo. No es una escena suelta, sino un desarrollo completo. Es complejo y lleva tiempo: es una nueva manera de concebir y producir teatro”.

Tal como decía Cortázar, amante del boxeo y quizás el cuentista más destacado de la literatura nacional: “La novela siempre gana por puntos, mientras que el cuento debe ganar por nocaut”. A juzgar por la afluencia de gente que se ha volcado masivamente a este nuevo formato que desembarcó en la ciudad, puede concluirse que el Microteatro ha dado un golpe ganador en la escena rosarina.

Por: Facundo Petrocelli

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