ENTREVISTAS
6 de septiembre de 2022
“Siempre la Feria del Libro en Rosario ha sido una fiesta social y popular”
En vísperas de una nueva edición de la Feria Internacional del Libro que se desarrollará en la ciudad del 8 al 18 de septiembre, el escritor Marcelo Scalona charló con Revista Atenea vía zoom. Entre varios temas habló sobre su despertar literario, la fuerza aluvional que gana el lenguaje inclusivo en la actualidad y algunos secretos del oficio. Y, por supuesto, el sello identitario de Rosario como un puerto de lectura en miras al trascendente evento cultural que se avecina.
“No soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja, pero sí un pulso herido que ronda las cosas del otro lado”. Es un verso de Federico García Lorca que, a modo de epígrafe, preside el último libro de poemas de Marcelo Scalona (“El revés”, Editorial Libros de la Calle Inclinada, 2020). Un escritor que también ronda las cosas del otro lado. Pulso herido que zurce con las palabras. Escribir se asemeja entonces a una forma de curar. “Lo que es decisivo en la literatura es el tema de la pérdida, del dolor, de la ausencia, de la falta. Toda literatura surge de un conflicto que está vinculado a algo que se pierde, a algo ausente, a algo que se tenía y ya no se tiene. El conflicto en el que nace la literatura es siempre el pulso de la herida. Ese choque entre Eros y Thanatos, la pulsión que se juega de un modo dramático entre vivir y morir”, reflexiona Scalona y su voz reverbera desde la pantalla en esta era del zoom. La imagen devuelve su figura envuelta en una luz blanca de velador y a su espalda se prolonga infinitamente una pared tapizada de libros. Todo a su alrededor es un universo de papel escrito.
Scalona coordina un histórico espacio de enseñanza de escritura creativa –“Taller de la calle inclinada”- y hoy desempeña el cargo de Director de Bibliotecas y Editoriales de la Secretaría de Cultura Municipal. A través de sus redes sociales postea autores, convocatorias, concursos y encuentros literarios, recomienda lecturas; lanza al éter virtual versos propios y ajenos. En suma, se desenvuelve en un hábitat constituido por libros. Habla en un tono pausado, cadencioso, hay una música invisible que hilvana cada palabra que pronuncia. De este modo cuenta cómo despunta el arduo oficio de la escritura. “La práctica escrituraria no difiere de ninguna profesión científica o artística, que primero requiere estudiar mucho, ponerse al amparo de los que saben, de los que tienen experiencia, maestros, profesores, escritores, editores. Al mismo tiempo leer mucho. Cualquier escritura es un proceso de lectura. Es increíble que haya gente que crea que puede escribir sola o sin leer porque es intuitiva o talentosa o porque tiene una vida aventurera. Es muy complicado para cualquier arte guiarse solo con la intuición, con el genio natural o con ciertas habilidades que uno pueda tener. Por poner un caso, la gente que sabe contar cosas. Landriscina es un espectacular narrador oral. Pero una cosa es tener ese don y otra cosa es escribir un libro de cuentos. Si la escritura es un proceso de lectura, uno tiene que leer mucho. Incluso cosas que no le gustan”.
La escritura como juguete
Todo empezó como un juego. Scalona niño jugaba a crear mundos imaginarios. Scalona adulto sigue jugando con el mismo artefacto lúdico: la escritura. En uno de sus libros se lee una frase reveladora: “La escritura es el único juguete de la infancia que me dura” (“El Altillo de los oficios”, Editorial Corregidor, 1998). “Tengo recuerdo de dos situaciones que son fidedignas para mí –rememora–. Una fue una poesía que escribí a los 7 años dedicada a la Virgen María. No conservo el escrito, probablemente no tenga valor literario, pero sí la experiencia que me atravesó. Iba al Sagrado Corazón, un colegio religioso. Mi primo era sacerdote y siempre nos daba sermones. De allí que el poema tuviera inspiración religiosa. Pero lo que recuerdo es la posibilidad, a través de la escritura, de conectar líricamente con un personaje místico, irreal. Lo digo con respeto a la religión, porque me refiero a este intento de abordar un personaje del orden de lo fantástico, mágico, ilusorio como un comienzo claro de la escritura, por lo menos poética”.
La segunda de las situaciones que evoca se remonta a un día lluvioso de su infancia. Una escena que observó desde la ventana de su casa: su padre bajo el aguacero cediendo el paso a transeúntes. Fue un gesto gentil que tocó una fibra secreta del futuro escritor. “Para mi ese hecho fue revelador porque mostraba un acto de generosidad, de fraternidad, de solidaridad de aquel que no trepida en desampararse en bien de los otros. Me acuerdo que estaba en edad escolar y la escribí en el cuaderno de la escuela como si fuera una traición, como algo fuera de lo científico o curricular. Y el placer que sentía al jugar con eso. Descubrí que podía crear mundos, recrear la realidad, mejorarla de algún modo. Conseguir lo que Piglia llama la `utopía intima´. Es decir, yo no puedo conseguir la utopía colectiva de arreglar el mundo, pero capaz lo puedo mejorar un cachito con este relato. Ante ese descubrimiento del gesto de mi padre, ponerlo en valor a través de las palabras y que eso fuera un placer para mí, nace la frase: `la escritura es el único juguete de la infancia que me dura´. Porque los juguetes muchas veces no duran, pero algunos sí y la escritura es un juguete que dura desde la infancia, de la adolescencia, de la juventud”, añora Scalona como un pescador que maniobra una red imaginaria y atrapa recuerdos en un mar hecho de tiempo.
Inclusivo para soltar viejas amarras del lenguaje
Un escritor convive con el lenguaje como el aire que respira. Es la materia prima de su oficio, lo que, al escultor, el bloque de mármol con que talla la obra. Actualmente el lenguaje se encuentra alcanzado por la interpelación política y cultural, las banderas del inclusivo propugnan un cambio gramatical para nombrar lo históricamente silenciado. Scalona opina: “El lenguaje es absolutamente flexible, dinámico. Desapareció el latín que era el inglés de la Edad Media. El lenguaje se renueva, es algo vivo. De hecho, podríamos nombrar miles de vocablos que hemos incorporado: desde el lunfardo, desde la calle, desde el inglés. Y la lengua es anfibia, aluvional, agarra todo. Creo que el lenguaje inclusivo se va extendiendo, pero lo que no se puede hacer es imponerlo. Así como molesta la RAE imponiendo algunas cosas, es absurdo que se piense en cambiar un idioma poniendo la e o la x a todos los finales de las palabras, lo cual generaría un caos lingüístico e intelectual. Ahora no cabe duda que ya hay palabras que se van instalando como el todes, chiques. Hay un montón de vocablos donde la e empieza a sonar bien, adecuada, pertinente. Y así van a surgir muchas otras palabras. Porque sabemos que el patriarcado encierra a las mujeres en el lenguaje. No cabe duda que el lenguaje inclusivo es necesario. No es lo mismo en la prensa que en los libros. De hecho, muchas compañeras que están a favor del lenguaje inclusivo no lo están utilizando en sus novelas. Este es un dato concreto y objetivo: no está pasando con todo el idioma. Si está ocurriendo más en el periodismo, se ven notas completas escritas con el inclusivo y no escandalizan. Insisto los cambios se hacen siempre de abajo para arriba para que funcionen, no al revés”.
Ciudad de Babel
Scalona fue designado como director en la próxima edición de la Feria Internacional del Libro que tendrá lugar en el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa durante el 8 al 18 de septiembre. El escritor resaltó la importancia capital de Rosario en la tradición libresca y el enorme interés que despierta en la ciudad la realización de este evento: “Rosario es una ciudad muy culta, con su enorme cantidad de facultades, universidades, centros culturales de todas las disciplinas artísticas. Y el libro siempre ha sido un elemento muy simbólico. Rosario tiene literatura desde 1850. Tiene la segunda biblioteca más grande del país que es la Biblioteca Argentina -después de la Biblioteca Nacional- que alberga 200 mil libros. A su vez hay en la ciudad una red de 50 bibliotecas populares, de entidades privadas, de la Provincia, de escuelas. Y siempre la Feria del Libro en Rosario ha sido una fiesta social y popular. De hecho, tiene la particularidad de ser gratuita. Cada entrevista que doy por este tema a la gente de afuera, le sorprende el tema de la gratuidad. Porque la Feria de Buenos Aires es paga, se cobra 300 pesos la entrada. En este sentido Rosario tiene asumido que el libro es un vehículo que debe ser popular, gratuito, de acceso libre. Siempre la Feria ha sido un foro de ideas, de arte, muy importante. De manera que es una gran noticia para la ciudad sobretodo también porque Rosario tiene 41 editoriales entre comerciales e independientes”.
La ciudad lectora se viste de fiesta y se apronta para la ansiada feria cuya programación contiene un amplio despliegue de actividades, propuestas artísticas, editoriales y libreros locales y nacionales. La reconocida novelista Claudia Piñeiro estará a cargo del discurso inaugural y contará con la presencia de célebres escritoras y escritores como Camila Sosa Villada, Selva Almada, María Teresa Andruetto o Pedro Saborido.
Un mundo feliz
Ya la tarde noche va filtrando algunas sombras que se adivinan en el cuadrado de la pantalla que muestra a Scalona en su trinchera de libros. A modo de cierre se me ocurre preguntarle al niño-adulto o adulto-niño que juega con la escritura: “¿Qué es lo mejor que te dio el oficio de escritor?”. Y el narrador y poeta rosarino que ronda en el otro lado de las cosas responde con su música secreta: “Felicidad. Tener otro mundo. Donde se entra a través de un libro, un texto. Es la posibilidad de tener un mundo ampliado o varios mundos también. Por eso en la pandemia no la pasé tan mal. Es una felicidad que me acompaña desde la niñez y nunca modifiqué. Toda mi vida es leer y escribir y todo lo demás son los intervalos”.
Por: Facundo Petrocelli